🔥 La cocina camper como punto de partida en una furgo
Cuando alguien se plantea camperizar una furgoneta, tarde o temprano aparece la pregunta clave: ¿cómo voy a cocinar?. Y es que, aunque a primera vista pueda parecer un detalle secundario, la cocina es el corazón de la vida en ruta. Una cama te da descanso, un depósito de agua te da autonomía, pero es la cocina la que te permite transformar una simple parada en un lugar donde quedarte, comer y sentirte como en casa.
La elección de la cocina condiciona tanto la distribución interior como la experiencia de viaje. No es lo mismo viajar de forma esporádica, con escapadas de fin de semana, que lanzarse a vivir en la furgo a tiempo completo. Tampoco se parece en nada la manera de cocinar de una pareja a la de una familia de cuatro. Por eso, antes de pensar en marcas o modelos, hay que entender los grandes sistemas disponibles. Y, entre todos, el gas sigue siendo el rey de las carreteras.
🏠 Cocina de gas fija
Las cocinas fijas de gas son las más extendidas en el mundo camper, sobre todo en furgonetas medianas y grandes. Se instalan directamente en la encimera, igual que en una vivienda, y quedan conectadas a un sistema de gas protegido, con sus llaves de paso y medidas de seguridad. Esto aporta estabilidad, comodidad y la sensación de poder cocinar sin improvisar cada día.
Una de las ventajas de estas cocinas es que hay más variedad de lo que muchos creen. Lo habitual es ver encimeras con uno o dos fuegos, suficientes para la mayoría de parejas o viajeros solitarios. Pero si se dispone de espacio, también existen versiones de tres o incluso cuatro fuegos, pensadas para quienes quieren replicar al máximo la comodidad de una cocina doméstica. Y para los más ambiciosos, incluso hay modelos que integran hornos de gas, una opción poco común pero muy valorada por quienes disfrutan de hornear en ruta.
Ahora bien, elegir una cocina fija de gas no significa lo mismo para todos. La clave está en el tipo de gas que alimenta el sistema, y aquí entran tres opciones principales: butano, propano y GLP.
El butano es probablemente el más popular en España. Sus bombonas son fáciles de conseguir y bastante baratas, lo que lo convierte en una opción accesible para quienes viajan sobre todo dentro del país. Sin embargo, tiene una limitación importante: en temperaturas bajas, rinde mal. Cocinar en invierno en zonas frías con butano puede ser frustrante, porque el gas no sale con la misma presión y cuesta mantener la llama.
El propano se presenta como una alternativa más robusta para quienes no quieren depender del clima. Resiste mucho mejor las bajas temperaturas, lo que lo hace ideal para escapadas de montaña o viajes en invierno. El problema es que no siempre es tan sencillo de encontrar como el butano, y en algunos países la disponibilidad es limitada.
El GLP (Gas Licuado de Petróleo) es la opción más moderna y pensada para viajeros de largo recorrido. En lugar de depender de bombonas intercambiables, se instala un depósito fijo en el vehículo que se recarga directamente en gasolineras. Esto significa olvidarse de cargar botellas pesadas y, lo más importante, poder rellenar en prácticamente cualquier país europeo con un simple adaptador. Para quienes hacen vida a tiempo completo en la furgo, es una de las elecciones más cómodas y seguras a largo plazo.

En definitiva, la cocina de gas fija es una solución que se acerca mucho a la experiencia de cocinar en casa. Permite preparar todo tipo de platos, desde lo más básico hasta recetas más elaboradas, e incluso ofrece la posibilidad de hornear si el espacio lo permite. A cambio, exige un nivel de instalación y homologación mayor, y un compromiso claro con la seguridad: revisiones periódicas, válvulas en buen estado y una buena ventilación son imprescindibles.
Cocina de gas portátil
Si la cocina fija representa comodidad y vida estable dentro de la camper, la portátil es el símbolo de la libertad sencilla y flexible. Se trata de pequeños hornillos que funcionan con cartuchos desechables o con bombonas más pequeñas y manejables. Son baratas, fáciles de encontrar y, sobre todo, no requieren instalación ni homologación.
Estas cocinas portátiles son especialmente comunes en furgonetas pequeñas o en vehículos donde cada centímetro de espacio cuenta. Para una Berlingo, una Caddy o una Transporter con camperización ligera, tener una encimera ocupada de forma permanente puede ser un lujo difícil de justificar. En esos casos, sacar un hornillo portátil al aire libre y cocinar en una mesa de camping es una solución perfecta.
El encanto de estas cocinas está en su sencillez: compras el cartucho, lo encajas y tienes llama en segundos. Además, permiten cocinar tanto dentro como fuera de la furgoneta, algo que muchos valoran en viajes de verano. Sin embargo, esta misma simplicidad trae consigo limitaciones. Los cartuchos no duran demasiado, por lo que en viajes largos hay que llevar varios de repuesto. Y, si se cocina a diario, el gasto puede acabar siendo bastante mayor que el de un sistema fijo de gas.
Otro aspecto a tener en cuenta es la ventilación. Cocinar dentro de la furgo con un hornillo portátil requiere abrir puertas o ventanas, ya que no hay sistemas de seguridad ni conductos que evacuen los gases. Esto no es un problema en escapadas veraniegas, pero puede ser incómodo en climas fríos o lluviosos.
Por todo ello, la cocina portátil de gas es ideal para quienes usan la furgoneta de manera vacacional o esporádica, para quienes disfrutan de cocinar al aire libre o para quienes no quieren complicarse con instalaciones más costosas. Es, en resumen, la puerta de entrada al mundo camper para muchos, y una opción que sigue teniendo sentido para quienes priorizan flexibilidad y ligereza frente a comodidad absoluta.
Dos caras de la misma moneda
Tanto la cocina fija como la portátil comparten la misma base: el gas. Pero en realidad representan dos formas distintas de entender la vida en camper. La primera busca replicar la estabilidad de un hogar, ofreciendo seguridad, comodidad y la posibilidad de cocinar de forma completa cada día. La segunda apuesta por la movilidad, el bajo coste inicial y la espontaneidad de cocinar donde toque, sin instalaciones ni homologaciones de por medio.
Ambas opciones tienen su público y ambas han demostrado su utilidad. Lo importante es que, antes de tomar la decisión, cada viajero piense en qué tipo de uso dará a su furgoneta y en qué medida la cocina formará parte de su día a día en la carretera.
Cocinas diésel en camper
Las cocinas diésel son una opción que genera bastante curiosidad entre quienes empiezan a investigar sobre camperización. La idea es tentadora: aprovechar el mismo combustible que ya lleva el vehículo para cocinar, sin depender de bombonas de gas ni de grandes consumos eléctricos. En la práctica, se instalan como una placa plana sobre la encimera, normalmente con uno o dos puntos de calor, y funcionan conectadas al depósito de diésel de la propia furgoneta.
El atractivo principal está en la autonomía. Si tienes diésel en el depósito, tienes cocina. Eso elimina la preocupación de buscar puntos de recarga de GLP o de cargar cartuchos de gas, algo que puede complicarse en viajes largos por ciertos países. Además, la instalación es bastante segura y está diseñada para un uso prolongado, con controles de temperatura y ventilación.
Sin embargo, no todo son ventajas. Una cocina diésel no funciona como un fogón de gas: el calor tarda más en generarse, el control de la llama no existe y la respuesta no es tan inmediata. Cocinar pasta o freír unas verduras puede requerir bastante más tiempo que con gas. Además, son cocinas caras, tanto en la compra inicial como en la instalación, y no suelen ser comunes en talleres de camperización básicos.
El ruido y el olor también son factores a tener en cuenta. Aunque los modelos modernos han mejorado mucho, al encenderse pueden emitir un zumbido característico y en ocasiones un ligero olor a combustible. No es algo insoportable, pero sí puede incomodar a quienes buscan una experiencia más “limpia” dentro de la furgoneta.
Por eso, las cocinas diésel suelen recomendarse para quienes viajan largas temporadas en regiones frías, donde también se instala calefacción diésel y se aprovecha al máximo el combustible del vehículo. Son menos habituales en campers pequeñas o en viajes esporádicos, ya que su precio elevado y su modo de cocinado lento hacen que no compense para escapadas puntuales.
Cocinas eléctricas: inducción y portátiles
Si el gas es lo clásico y el diésel lo alternativo, las cocinas eléctricas son la apuesta de quienes quieren un sistema moderno, sin combustibles adicionales ni mangueras que revisar. La más popular es la inducción, aunque también existen placas vitrocerámicas y hornillos eléctricos portátiles.
En una camper, la inducción es sinónimo de comodidad y limpieza. Se conecta directamente a la instalación eléctrica, el calor aparece al instante y el control de potencia es muy preciso. Además, no genera gases ni humos dentro de la furgoneta, lo que hace que la experiencia de cocinar se parezca mucho a la de un piso moderno.
Pero esta comodidad tiene un precio: la energía. Una placa de inducción puede consumir entre 1000 y 2000 W, lo que significa que solo es viable en campers con una instalación eléctrica potente. Hablamos de varias baterías de litio, inversor de calidad y, preferiblemente, placas solares que garanticen autonomía. Si la camper se usa únicamente en verano, con buen sol, o si se pasa mucho tiempo en campings con acceso a 220 V, puede ser una opción excelente. Pero en viajes largos y con clima invernal, mantener una cocina de inducción puede convertirse en un quebradero de cabeza.
Existen también hornillos eléctricos portátiles, más modestos, que consumen menos pero que igualmente dependen de tener acceso a corriente externa o a una batería de mucha capacidad. En este sentido, se parecen a las cocinas de gas portátiles: ideales para usos esporádicos, pero poco recomendables para vivir a diario en la furgo.
El gran punto a favor de la inducción es la seguridad. No hay fugas de gas, no hay olores y no hay combustión dentro del habitáculo. Todo depende de la instalación eléctrica, que si está bien dimensionada, ofrece una experiencia segura y muy eficiente. Por eso, cada vez más viajeros que construyen campers grandes y modernas optan por eliminar el gas por completo y funcionar únicamente con una cocina camper electrica, tanto para cocinar como para calefacción o agua caliente.
Eso sí, es importante tener claro que este tipo de elección encarece mucho el proyecto de camperización. No solo por la placa en sí, que puede ser barata, sino por todo lo que hay detrás: baterías de litio de gran capacidad, inversores potentes, reguladores de carga y, muchas veces, un techo cubierto de placas solares para sostener el sistema.
Dos opciones modernas, dos públicos distintos
Aunque diésel y electricidad se ven como alternativas al gas, en realidad no compiten entre sí: apuntan a públicos diferentes. El diésel atrae a quienes quieren autonomía total en viajes de larga duración, especialmente en climas fríos, y están dispuestos a asumir un ritmo de cocinado más lento. La inducción, en cambio, seduce a quienes buscan comodidad, limpieza y seguridad, siempre que estén preparados para invertir en una instalación eléctrica de alto nivel.
Ambas opciones tienen en común que marcan un salto respecto a lo básico. Ya no se trata de improvisar con un hornillo portátil, sino de planificar bien la infraestructura de la furgoneta para que la cocina camper forme parte del día a día con garantías.

Qué cocina camper elegir según tu forma de viajar
A estas alturas, ya está claro que no existe una cocina “perfecta” que funcione para todo el mundo. Lo que para unos es libertad, para otros puede ser un quebradero de cabeza. La clave está en adaptar la elección a tu estilo de viaje.
Si hablamos de escapadas vacacionales o fines de semana, lo normal es que una solución sencilla sea más que suficiente. Una cocina de gas portátil, con sus cartuchos o bombona pequeña, te permite preparar comidas rápidas, cocinar al aire libre y olvidarte de instalaciones complejas. En furgonetas pequeñas o con camperizaciones ligeras, es la opción lógica: ocupa poco, no encarece el proyecto y, además, no requiere homologación.
En cambio, si lo que buscas es una camper para hacer viajes largos de varias semanas o incluso meses, la balanza empieza a cambiar. Aquí entran en juego las cocinas fijas de gas, sobre todo con butano o propano, que ofrecen más estabilidad y permiten cocinar con comodidad cada día. Eso sí, tendrás que prever el almacenamiento de las bombonas y tener en cuenta su rendimiento en invierno.
Para quienes deciden dar el salto definitivo y vivir a tiempo completo en la furgo, lo habitual es apostar en la cocina camper por soluciones que aseguren autonomía y comodidad a largo plazo. En este punto, dos opciones destacan por encima del resto: la cocina de gas con sistema GLP y la inducción. La primera porque permite recargar en gasolineras de toda Europa a un precio muy bajo y con una duración enorme; la segunda porque elimina por completo los combustibles y se integra en un sistema eléctrico potente.
No es lo mismo viajar solo que en familia, eso determinará en gran medida tu cocina camper
Otro factor que cambia mucho la ecuación es cuántas personas vais a vivir o viajar en la furgoneta. Una pareja puede arreglárselas perfectamente con una placa de uno o dos fuegos, o incluso con un hornillo portátil si los viajes no son demasiado largos. Pero una familia de cuatro necesita otro ritmo: cocinar varias veces al día, preparar platos más completos y contar con espacio suficiente para hacerlo sin agobios.
En estos casos, las cocinas de tres o cuatro fuegos, e incluso los modelos con horno, cobran sentido. No se trata de lujo, sino de practicidad: preparar un plato de pasta mientras se cocina una salsa y se hornea algo a la vez puede marcar la diferencia entre un viaje cómodo y uno lleno de estrés. Claro está, esto requiere una furgoneta de mayor tamaño, donde la cocina tenga un papel protagonista en la distribución interior.
Seguridad, normativa y homologación
Independientemente del tipo de cocina que elijas, hay tres aspectos que nunca deben pasarse por alto: la seguridad, la normativa y la homologación.
Con el gas, esto significa contar con una instalación hecha por profesionales, revisiones periódicas y una ventilación adecuada. Es fundamental tener llaves de corte accesibles y no escatimar en materiales. Con el diésel, asegurarse de que la instalación esté correctamente conectada al depósito y cumpla con los estándares europeos. Y con la inducción, dimensionar bien la instalación eléctrica: baterías, inversor y cableado, porque un error aquí no solo puede dejarte sin energía, también puede ser peligroso.
La homologación es otro punto clave. En muchos países europeos, cualquier cocina fija instalada en una furgoneta debe figurar en la ficha técnica del vehículo. Saltarse este paso puede traer problemas en la ITV o incluso con el seguro en caso de accidente. Por eso, antes de lanzarse a montar un sistema, conviene informarse de la normativa vigente y hacerlo todo de forma legal.
Nuestra experiencia con la cocina fija
En nuestro caso, desde el primer momento lo tuvimos claro: queríamos una cocina fija de gas GLP. La razón era sencilla: íbamos a vivir en la furgoneta y necesitábamos un sistema cómodo y duradero. No queríamos estar pendientes de cambiar bombonas de butano cada poco tiempo, ni depender del consumo eléctrico para cocinar. El GLP nos ofrecía justo lo que buscábamos: autonomía, sencillez y la posibilidad de recargar en prácticamente cualquier país.
Durante estos meses en ruta, la experiencia ha sido muy positiva. Cocinando a diario, una recarga nos dura unos seis meses, y llenar el depósito cuesta en torno a 20 euros. Eso significa que, por un precio muy bajo, tenemos garantizada la energía para cocinar durante medio año.
No todo fue perfecto al principio. Tuvimos hasta tres fugas de gas, pero no por culpa del sistema, sino por una mala instalación del primer camperizador. Una vez solucionado, la seguridad y la tranquilidad han sido totales. Hoy seguimos convencidos de que fue la mejor elección para nuestra forma de vida.
Si te interesa ver cómo es nuestra cocina en detalle, puedes cotillearlo en el artículo donde lo contamos paso a paso: nuestra cocina en la furgo.
Una decisión tan personal como tu viaje
Llegados a este punto, la conclusión es clara: no existe una respuesta única. Lo importante es que la cocina de tu furgoneta encaje con tu manera de viajar, tu presupuesto y tu estilo de vida. Lo que para unos es esencial, para otros puede ser un gasto innecesario.
Piensa si tu furgo va a ser un vehículo para escapadas, un hogar a tiempo completo o algo intermedio. Pregúntate cuántas personas vais a cocinar dentro, si os gusta improvisar al aire libre o preferís la comodidad de hacerlo siempre bajo techo, y hasta qué punto queréis invertir en instalaciones.
La cocina es el corazón de la camper, y acertar con ella es lo que hará que un viaje se convierta en una experiencia inolvidable en lugar de un cúmulo de incomodidades.
¿Y tú? ¿Qué tipo de cocina elegirías para tu furgoneta camper?
¿Ya has tomado una decisión o incluso tienes instalada una? ¿Qué sistema usas actualmente y qué tal te funciona?
Cuéntanoslo en los comentarios, porque compartir experiencias siempre ayuda a otros viajeros que están en plena decisión.
Preguntas frecuentes: Cocina camper
¿Cuál es la mejor cocina camper para una furgoneta?
No existe una única respuesta válida, ya que depende del uso que le vayas a dar a tu camper. Para escapadas cortas y furgonetas pequeñas, los hornillos portátiles de gas suelen ser suficientes. Si viajas durante semanas o meses, una cocina fija de gas ofrece mayor comodidad y estabilidad. Y si vives a tiempo completo en la furgo, las opciones más habituales son el GLP o la inducción, siempre que tengas una instalación eléctrica potente.
¿Qué diferencia hay entre cocinar con butano, propano o GLP?
El butano es barato y fácil de conseguir en España, pero pierde rendimiento en invierno. El propano resiste mejor las bajas temperaturas, aunque no siempre es tan accesible. El GLP, en cambio, permite recargar directamente en gasolineras y está disponible en casi toda Europa, lo que lo convierte en la opción más cómoda para quienes viajan de forma continuada.
¿Son seguras las cocinas de gas en una camper?
Sí, siempre que estén instaladas correctamente y se realicen revisiones periódicas. Es fundamental contar con llaves de corte, ventilación adecuada y materiales de calidad. Las fugas suelen estar relacionadas con instalaciones defectuosas, no con el sistema en sí. La seguridad mejora aún más si se usan detectores de gas y se revisan las conexiones con frecuencia.
¿Qué ventajas tiene una cocina de inducción en furgoneta?
La inducción es muy cómoda y limpia: calienta rápido, se controla fácilmente y no genera humos ni gases. Además, elimina la necesidad de bombonas o combustibles adicionales. Sin embargo, requiere una instalación eléctrica robusta con baterías de litio, inversor potente y, preferiblemente, placas solares. Por eso suele reservarse a campers grandes o proyectos de alta gama.
¿Merece la pena instalar una cocina camper diésel?
Puede ser una buena opción para quienes viajan mucho en zonas frías y buscan aprovechar el mismo combustible del vehículo. Son seguras y ofrecen gran autonomía, pero tienen un precio elevado y un ritmo de cocinado más lento que el gas o la inducción. Además, al encenderse pueden emitir algo de ruido y un ligero olor, lo que no a todo el mundo convence.
¿Es obligatorio homologar la cocina camper?
Sí, en la mayoría de países europeos cualquier cocina fija debe figurar en la ficha técnica del vehículo. Cocinas portátiles no requieren homologación, pero una instalación fija de gas, diésel o eléctrica debe cumplir normativa para pasar ITV y evitar problemas con el seguro. Lo recomendable es informarse bien antes de instalar y hacerlo siempre con profesionales.